Los Valores y sus Alcances.Por: Luciano Valle Acevedo

 Los Valores y sus Alcances.Por: Luciano Valle Acevedo

Los Valores y sus Alcances.
Por Luciano Valle Acevedo*

Es frecuente la apelación por representantes de la OTAN y la Unión Europea a los “valores de occidente”. Forma parte de su arsenal propagandístico y despliegue político cultural.
Existen, sin dudas, valores de alcance universal. Podríamos destacar entre ellos, la libertad, la justicia, la igualdad, la honradez, la solidaridad, la verdad, el honor, la paz, el respeto a la diversidad y la dignidad de todo ser humano, a la naturaleza y en general, el reconocimiento a nuestra condición de Iguales, Libres y Diversos.

Independientemente de su proyección y vigencia universal, algunos valores admiten cierta relatividad en sus formas, moldeados por realidades históricas, socio culturales, religiosas y los términos de las relaciones socio económicos dominantes. Son fenómenos de la conciencia social y se proyectan y realizan en la práctica de las relaciones sociales y políticas en sus diversas escalas.
Es fundamental, a su vez, para la materialización y proyección efectiva de los valores, analizarlos en relación a la consecuencia observada en su realización, por los otros y por nosotros. Se trata de asumir, emulando la humildad de Sócrates, una visión crítica equilibrada con la conciencia de nuestra falibilidad. Este concepto es fundamental para evitar lo simplemente sentencioso, la autorreferencia absoluta, la cancelación del otro y de todo lo ajeno o divergente.

Consubstancialmente se asume, igualmente, como una línea de principios y valores que los medios empleados no pueden estar reñidos con los objetivos e ideales que se proponen, por nobles que estos sean. Se trata de honrar lo que nos compromete y declaramos como convicciones.
En línea con las consideraciones expuestas, que, por supuesto no agotan un tema tan vasto y fundamental, llama la atención escuchar las afirmaciones de algunos funcionarios y dirigentes de la OTAN y la Unión Europea.
La presidenta de la Comisión Europea, en febrero del 2022, señalaba, a propósito de las sanciones a Rusia, que “En otro paso sin precedentes, prohibiremos en la UE la maquinaria mediática del Kremlin», «…Las empresas estatales Russia Today y Sputnik, así como sus filiales, ya no podrán difundir sus mentiras para justificar la guerra de Putin y sembrar la división en nuestra Unión. Estamos desarrollando herramientas para prohibir su desinformación tóxica y dañina en Europa», subrayo Von der Leyen.
No puedo obviar decir que tales declaraciones traen a la memoria la figura del “Vigía de Occidente” y más particularmente al uso de esta como uno de los lemas del franquismo en España.

Sin embargo, considero más conducente contrastar las expresiones citadas, con principios afirmados por uno de los principales exponentes del liberalismo, John Stuart Mill, quien, en su Ensayo sobre la Libertad señalaba, a propósito del tema, que “[Pero]… lo que hay de particularmente malo en imponer silencio a la expresión de opiniones estriba en que supone un robo a la especie humana, a la posteridad y a la generación presente, a los que se apartan de esta opinión y a los que la sustentan, y quizá más. Si esta opinión es justa se les priva de la oportunidad de dejar el error por la verdad; si es falsa, pierden lo que es un beneficio no menos grande: una percepción más clara y una impresión más viva de la verdad, producida por su choque con el error.”
En la proyección de la declaración de Von der Leyen se constatan, entre otras, violaciones a principios y valores esenciales, como los del respeto a la capacidad de discernimiento, al derecho a la información y sus distintas fuentes, a conocer los puntos de vista y sus fundamentos y, paradojalmente, a la “soberanía del consumidor” que es una de los supuestos básicos, muy cuestionable, por cierto, del liberalismo económico. Es irrespeto a la libertad y a derechos esenciales de la persona que Stuart Mill, califica como “…un robo a la especie humana”.
Más aún, es una traición a los propios valores y principios que se pregonan. Eso es inconsecuencia y carencia de escrúpulos.

En similar dirección, hace unos días, en una columna de Bloomberg, se expresa, a propósito de la posición del presidente Lula frente al conflicto en Ucrania que “Algún día, la trágica guerra de Ucrania acabará en negociaciones. Pero no corresponde a Lula, ni a nadie, decir a un país que lucha por su propia supervivencia que ha llegado el momento de sentarse a la mesa con los invasores. Si Lula no es capaz de entender la geometría moral de Ucrania, de Europa y del mundo, no merece ser tomado en serio.”
Es la misma lógica de la descalificación, negación y cancelación, de las afirmaciones de la presidenta de la Comisión Europea. Del “occidente” que se atribuye, como exclusivamente suyos, valores como los de la democracia, las libertades, pero que también tiene, aunque intente invisibilizarlo, en su portafolio el nazi-fascismo, la inquisición y el esclavismo como elemento esencial de la acumulación primaria de su riqueza material.
En la opinión del articulista, se muestra, en todo su esplendor, la auto convicción de infalibilidad, que es consubstancial a la arrogancia y la prepotencia, y que ha avalado la mera lógica instrumental en la relación entre medios y fines. Las atrocidades y abandono de toda decencia son innegables en las prácticas de las naciones que se dicen exclusivas portadoras de los valores “occidentales”. La historia muestra testimonios innegables de ello.

Al respecto, podemos citar al mismo John Stuart Mill, cuando señala “Jamás podremos estar seguros de que la opinión que intentamos ahogar sea falsa, y estándolo, el ahogarla no dejaría de ser un mal.” Agregando que “En primer lugar, la opinión que se intenta suprimir por la autoridad puede muy bien ser verdadera; los que desean suprimirla niegan, naturalmente, lo que hay de verdad en ella, pero no son infalibles. No tienen ninguna autoridad para decidir la cuestión por todo el género humano, e impedir a otros el derecho de juzgar. No dejar conocer una opinión, porque se está seguro de su falsedad, es como afirmar que la propia certeza es la certeza absoluta. Siempre que se ahoga una discusión se afirma, por lo mismo, la propia infalibilidad: la condenación de este procedimiento puede reposar sobre este argumento común, no el peor por ser común”
Los valores universales, como tales, no son patrimonio exclusivo de una cultura o realidad histórica y socio política. La honestidad, el respeto, la libertad, la decencia constituyen patrimonios de la humanidad toda y su riqueza de diversidades y saberes acumulados. No son simples instrumentos para imponer visiones sesgadas, en función de intereses de dominación minoritarios a escala global.
La autoapropiación sectaria y excluyente de la verdad que niega su origen plural y multiforme conlleva a los sentimientos supremacistas que exhiben con elocuencia representantes del “occidente global”.
Los valores de occidente no están reñidos ni son superiores al conjunto de valores y principios éticos del conjunto de la humanidad. El uso instrumental, y cínico, de estos expresa el rechazo y temor de los sectores dominantes a la construcción de un orden multipolar que se erige sobre la base de múltiples y diversos centros de influencia en el planeta común.
La contrapartida es avanzar en la recuperación del sentido esencial de los valores y derechos humanos fundamentales, consolidando culturalmente su vigencia sobre la base de la expresión razonada de los fundamentos en que se afincan. Ello deberá expresarse en un orden mundial efectivamente democrático.

*Cientista Político

Febrero, 2023.

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