España, ¿en qué te han convertido los sátrapas con sotanas y fusiles?

 España, ¿en qué te han convertido los sátrapas con sotanas y fusiles?

Arturo Alejandro Muñoz 

¿EN QUÉ TE han convertido, España? No quieren que seas nunca más la reina del romance y la poesía…ni la dueña del “cantejondo” que enamoró al mundo. Tampoco desean que puedas ser la digna heredera del arte creado por Cervantes, Picasso, Dalí, Pérez Galdós, Quevedo, Unamuno, García Lorca, Fray Luis, Machado, Buñuel, y un etcétera tan largo como la costa de mi amado Chile.

¿Qué eres hoy día, España? No ya la ‘madre patria’ de nuestras naciones latinoamericanas…quizá la “madre de las parias”, eso sí puede ser ya que abandonaste todo pudor –renunciando a tu propia sangre, tradición y cultura- para lanzarte a los brazos de aquellos extranjeros de lenguas enrevesadas que   expolian y masacran a quienes, alguna vez, fueron tus hijos más allá del gran charco atlántico.

Ay, España…en los últimos quince lustros a tus gobernantes no les bastó saber que, antiguamente, otros como ellos se llevaron -a calderos llenos- las entrañas doradas y argentinas de estos territorios americanos que estaban aun intocados por la barbarie europea del medioevo y del fanatismo vaticano, pues cinco siglos más tarde, tus hoy gobernantes, vástagos de las monarquías delictuales, regresaron a ellos para aherrojarlos con una nueva forma de colonialismo: la aplicación fanática del salvajismo económico expoliador. Ya lo había dicho Quevedo: “Dios ayuda a los malos cuando estos son más que los buenos”. Y parece que en tu territorio los malos se encuentran en mayoría.

Por acá, en nuestros hermosos rumbos latinoamericanos, algunos de tus eméritos explotadores se han adueñado del agua, las carreteras, la telefonía y la banca. Claro que ello ha sido posible gracias a la pusilanimidad de los predadores locales, tipos con exceso de bolas –de esas que cuelgan hasta tocar el suelo- faltos de humanismo y solidaridad con su propio pueblo. Unos cabrones entregándoles el culo del prójimo a otros cabrones provenientes de allende el océano. Es el cerdo europeo recibiendo el afrecho donado por las ratas de la aristocracia local. Cerdos y roedores conviviendo armoniosamente merced a la explotación de los países y las etnias.

España querida, España amada; te han corroído las vísceras. Primero Franco, después un rey cuya actividad laboral, a nosotros los ‘sudacas’, nos es totalmente desconocida …y ahora -merced a las bolas blandas de una sarta de pseudos demócratas aferrados a cargos de autoridad- nuevamente tu iglesia feudal, fanática y extemporánea, muestra su clasismo y odio a través de sacerdotes que no sienten remordimiento ni angustia al reconocer -pública y ‘cristianamente’- que el fascismo les viene de perillas, y que las masacres franquistas/hitlerianas –como la acaecida en Guernica- fueron una verdadera ‘bendición divina’ para la España ¿inmortal?

Dónde habrá quedado, en qué viejo baúl anacrónico dormirá, aquella bella España relatada por mi abuelo, hace ya muchos años, cuando, sentados bajo los parronales curicanos y contemplando desde las orillas del histórico río Mataquito las cumbres cordilleranas de Los Andes magníficos, níveos y eternos, mis oídos aguzados y mi mente infantil se azucaraban con las historias que hablaban de eventos inolvidables en un lugar de la mancha cerca de los molinos de viento, o de dos espadas invencibles, Tizona y Colada, así como de gitanos que andaban por el monte solos, cortando limones para lanzarlos al agua y teñirla de luna.

Esa España ya no existe…y a veces dudo que haya existido. ¿La inventó mi abuelo, el manchego imbatible, para paliar los dolores de la lejanía de sus tierras paternas, sus paisajes amados y sus costumbres? Pregunto esto porque, hoy, la otrora “madre patria” es geométricamente distinta a aquella, ya que muestra colmillos de fiera perniciosa y  saca garras de ladronzuela prostituida. Pero, no es España y su gente quien desnuda tamañas porquerías, sino sus gobiernos pusilánimes, entreguistas, acomodaticios e incluso –cuánto dolor siento al decirlo- traidores de la culta templanza del pueblo que los colocó al mando.

En el alma de tu cuerpo, España, subyace la locura asesina de esa iglesia que mancilló el evangelio y renegó de la enseñanza legada por el carpintero de Nazaret. Esa fue la iglesia del brazo extendido saludando a los genocidas, la iglesia de Hitler, Franco y Mussolini…la iglesia de las masacres consentidas, aplaudidas y luego convenientemente olvidadas a la espera de mejores días para renacerlas…masacres que hoy, esa misa iglesia tuya decide reflotar, pero esta vez con un objetivo antes oculto y hoy público: felicitar y alabar a los asesinos.

Un cura español, fascista sin duda alguna, llamado Gabriel Calvo, fue quien tras finalizar el acto religioso llevado a efecto en la parroquia madrileña Santa Gema para ‘conmemorar’ el trigésimo quinto aniversario del fallecimiento del genocida Francisco Franco, pronunció, al lado de la bandera franquista, afiebradas palabras agradeciendo al Generalísimo y a José Antonio cuanto hicieron por España. De hecho, convocó a los españoles a una nueva cruzada contra la democracia y el socialismo.

He aquí, transcrita textualmente, parte de la Homilía de ese fraile podenco y sedicioso: 
 
«Franco y José Antonio son España. Franco el soldado heroico, José Antonio el mártir heroico, son España. Es cierto que España es mucho más grande que ellos, pero no es menos cierto, que ellos nos devolvieron España. La España de siempre, la España grande, la España inmortal.

De una forma especial quiero agradecer al Caudillo invicto el estar aquí con vosotros, el ser Sacerdote Católico y tener la posibilidad de celebrar el Santo Sacrificio de la Misa. Porque fue él quien salvó a la Iglesia Católica del exterminio. Y junto a él, José Antonio, quien dio vida a la idea. Y a todos los Caídos, que la rubricaron con su sangre. 
 
La Católica España, la trinchera invencible de Cristo Rey está recibiendo los golpes más virulentos de Satanás y de sus servidores.

La España que fundó su unidad nacional en la fe católica con el III Concilio de Toledo, la España que derrotó y reconquistó al Islam, esta bendita tierra de María como la definió Juan Pablo II, la España que evangelizó y dio a luz desangrándose a todo un continente entero, y cuyos misioneros llevaron la Cruz de Cristo hasta los confines de la tierra (…)

La España que derrotó la revolución social del comunismo ateo, de la Internacional socialista y la masonería: el mayor enemigo de nuestra santa Iglesia. ¿Comprendéis por qué precisamente en España el golpe de Satanás tenía que descargar más fuerte que en ningún otro lugar?

Ahora, aparentemente parece que finalmente hemos sido vencidos por la revolución sexual, por la cultura, o mejor dicho, por la anticultura del mayo del 68 francés. Pero como diría Santa Teresa de Jesús, la verdad padece pero no perece (…)

Pidamos al Señor y a la Santísima Virgen el valor, el coraje y la fortaleza de estos dos grandes hombres –Franco y José Antonio- que no escatimaron sacrificios y que no se guardaron nada para sí mismos inmolando sus personas por completo en el Altar del Sacrificio a la fe y a la patria (…)

Franco y José Antonio empuñaron la bandera de la tradición española más pura y tras ellos otros muchos, como un solo hombre, siguieron sus huellas de valor, de heroísmo sin medida y de sangre (…)

No vengo hoy a echar incienso a Franco y a José  Antonio. No vengo a presentar sus personas a la admiración. De sobra son conocidos por los aquí presentes. Vengo a proponeros su imitación (…)

Cristo tiene que reinar, nos dice San Pablo. Lo necesitamos más que nunca ante el dantesco horizonte actual. Ante el grotesco suicido de la civilización occidental. Ante la apostasía de la antigua cristiandad (…

Frente a Dios se alza desafiante la religión del hombre que se hace Dios. Que es el socialismo, el comunismo y la democracia, que conduce necesariamente al laicismo como podemos ver que ocurre en nuestra patria. A sustituir la voluntad de Dios por la voluntad del hombre (…

La situación actual no admite términos medios, por eso hoy, desde aquí,  en nombre de Cristo Rey y por la sangre de todos nuestros mártires y de los caídos por Dios y por España os convoco a proseguir con la cruzada, con el espíritu de esperanza y de fe ciega en la victoria que Dios nos quiere dar.

Nos van a perseguir con más saña hasta intentar por todos los medios nuestra completa aniquilación pero no tengáis miedo. ¡No tengáis miedo!, nos repetía incansablemente el vicario de Cristo en la tierra, Juan Pablo II.

Luchamos por el Señor. Luchamos por el Señor. Por la fe y por la patria. Por el Altar y por la Familia. Dios lo quiere. ¡Va por ti Señor! Somos tus soldados y sabemos que ante ti nunca seremos héroes anónimos. 

Ay, España… ¿qué te han hecho, en qué te han convertido estos fariseos del templo, mercaderes de almas, comerciantes de la fe, genocidas del pueblo de Cristo? Mantienes ese viejo cáncer en tus huesos, el mismo cáncer que permitió expulsar de tus tierras aquellos imborrables siete siglos de desarrollo cultural árabe-judío el año 1492…y no contenta con ello, dejas que los epítomes de la barbarie -que son quienes realmente te gobiernan  (con cálices,  fusiles y tricornios)- envíen a Latinoamérica decenas de expoliadores dispuestos a repetir la sangría y el despojo que otros ‘hijos de Dios y servidores del rey’ realizaron hace 500 años en nombre de la cruz, el evangelio y la cultura (¿?). 

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