La derecha en la Convención Constitucional

Arturo Alejandro Muñoz (*)
Es un hecho irrefutable que a la derecha económica y a su hermana gemela, la derecha política, les gustan los monopolios y las colusiones. Los hechos están a la vista y son de conocimiento público, ya que en estos últimos tres lustros las distintas administraciones duopólicas han dado muestra inequívoca de ello, constituyéndose en una constante que a pocas personas les llama la atención, mientras que al resto –a la mayoría- no le molesta en demasía constatar que en muchas actividades la competencia no existe. Una de esas actividades es la política como acción cívica, respecto de la cual debe considerarse a la labor partidista y gubernativa como principalísimas.
Ya que hablamos de monopolio, recordemos el que posee la derecha desde los tiempos de la independencia. Desde los años en que se enfrentaban pelucones y pipiolos. Eso de que “se enfrentaban” es un decir, pues ambos bandos pertenecían a la misma estirpe. La diferencia residía en cuánto más o cuánto menos apretaban el cuello del resto de los chilenos.
La derecha es actualmente propietaria de la prensa, de la salud, de la educación, de la economía, de la banca, del comercio nacional e internacional, de la tierra, de la legislatura, del agro, de la actividad fabril, de los bosques, del mar, de las pesqueras, de los minerales, de las sanitarias, de las carreteras, del transporte, de los puertos, de las fuerzas armadas, de la justicia, de la policía, de la previsión social, del tribunal constitucional, de las iglesias, de los cementerios, de las islas, de los glaciares, de ríos y lagos… ¡pero, no está satisfecha! ¡Quiere más!
¡Quiere ser dueña absoluta y única de la verdad! Obviamente, de SU verdad, que intenta consolidar sin oposición ni críticas. Por ello, su próximo objetivo será lograr cupos y nichos de poder al interior de la Convención Constitucional para desde allí imponer temas de discusión, y lograr además entorpecer el accionar del colectivo torpedeando a placer –desde la misma mesa directiva- todo intento de los convencionales independientes por arribar a buenos resultados constitucionales. Es eso exactamente lo que quiere, el poder total.
Al interior de la Convención Constitucional ya consiguió instalar a uno de los suyos en la mesa directiva. ¿Sólo uno? Recordemos que para la derecha nunca el problema político ha sido una cuestión de números ni del total de participantes o de apoyo humano. Siempre le ha bastado obtener algunos lugares en determinadas organizaciones para comenzar a mover sus poderosos tentáculos económicos-religiosos-periodísticos, a objeto de imponer finalmente buena parte de su criterio en materias que le interesan. Esta vez, su objetivo era (y sigue siendo, sin duda) minimizar el posible poder del amplio grupo de “independientes”, minimización que por cierto interesa también a algunas tiendas partidistas.
Pero ello tiene un alto precio para el pueblo. La frase de Juan Antonio Coloma, diputado UDI, sigue siendo el combustible que acelera los motores derechistas: “¿Alguien cree que una Constitución impulsada por el PC y el FA nos dará mayor movilidad social? Lo digo sin complejos, defendamos la Constitución del 80”.
Pero, ¿a quién se enfrenta de verdad y objetivamente el pueblo hoy? ¡A la derecha!, dirá usted. Permítame preguntarle entonces: ¿cuál es o quiénes conforman la derecha chilena? Haga un breve análisis y concluirá que en nuestro país, aquí y ahora, la derecha es más que el simple conglomerado del bloque conocido como Alianza por Chile, ya que a él se adosan variopintos integrantes y electores de tiendas partidistas como el PDC, el PPD, el PRSD, el PS, además de algunos sectores de ese mundillo que asegura no estar interesado en la política.
Varios años ocuparon la derecha y algunos partidos de la vieja Concertación (después, Nueva Mayoría) para atacar sin ambages la idea emanada de amplios sectores populares, cual fue el caso de la Asamblea Constituyente. Más tarde, lo mismo hicieron contra otra idea, la del plebiscito para aceptar la redacción de un nuevo texto constitucional. Y después lucharon con dientes y uñas tratando de rechazar en las urnas la proposición de una nueva Carta Magna.
Finalmente, la derecha y sus aliados mayordomiles puso todas sus fichas en la elección de convencionales constituyentes, pronosticando una especie de “Chilezuela” si los independientes, los pueblos originarios y algunos partidos de centroizquierda obtenían la mayoría. El pueblo habló, y la derecha, nuevamente perdió.
Pero ahí está ella hoy día en la Convención Constitucional, bravuconeando, amenazando, armando líos y mofándose socialmente de quienes conforman la mesa directiva. Sin embargo, esa conocida enemiga de la democracia ha encontrado puertas abiertas y facilidades varias para participar en la mesa misma, merced al apoyo explícito y efectivo de un grupo de supuestos progresistas conocidos como “los troyanos”.
Desde la mesa directiva, la derecha y sus aliados impetrarán el respeto irrestricto al contenido de los tratados internacionales en materia económica, desde las convenciones multilaterales que están en la base de la OCDE hasta los tratados bilaterales que regulan el comercio con Estados Unidos, China y la Unión Europea.
Oportuno es recordar lo expuesto por CIPERChile hace algunos meses: y que decía relación con las exigencias impuestas por varios eméritos parlamentarios que participaron en la nefasta sesión de urgencia aquella noche del mes de noviembre de 2019; ¿Qué exigían? Pase y lea, por favor.
<< Aparte de no poder restablecer el Reino de Chile, el texto de la nueva Constitución deberá respetar “su régimen democrático”. Esta mención, dicha así al pasar y sin contenido preciso, presenta varios problemas de interpretación: su régimen democrático, ¿se refiere a la actual estructura de poderes?, ¿o solo a la idea de un régimen democrático (“separación de poderes”, “imperio de la ley”, “elecciones libres de autoridades”, “sorteo de ciudadanos para las magistraturas que no se eligen”)?; ¿cuán democráticas han de ser las nuevas instituciones?, ¿qué haremos con las autoridades no electas (jueces, contralor, directores del Banco Central, p. ej.)?, etc. ¿es realmente parte de la institucionalidad democrática la actual forma de organización del Ministerio Público, como insinuó el diputado(Marcelo) Díaz? Es relevante analizar cada uno de estos aspectos>>
Por cierto, el objetivo derechista es lograr que poco o nada cambie en cada uno de esos temas que constituyen parte de sus intereses principales. Esta derecha actual sigue siendo la misma que aplaudió genocidios, torturas, juicios sumarios y expoliaciones; es la misma que ninguneó –insultándolos- a dirigentes sindicales, estudiantiles y gremiales cuando se produjeron las protestas y manifestaciones por una nueva Constitución.
Esa derecha totalitaria, clasista y colonizada, derrotada en las últimas cuatro elecciones, enemiga declarada y ostensible de todo proceso democrático y popular, de pronto, por arte de magia (¿?) cuenta ahora con un puesto en la mesa directiva de la Convención Constitucional. Para ella, la vía trazada por sus dirigentes ha comenzado a ser recorrida.
(*) El autor de esta nota se siente parte del “Movimiento del Socialismo Allendista”, pero escribe a nombre propio y no representa ni pretende representar al Movimiento del Socialismo Allendista en sus artículos y columnas