Witkoff y Kushner meten los pies en el plato en el Magreb! Por:Mohamed Abdoun.

Witkoff y Kushner meten los pies en el plato en el Magreb! Por:Mohamed Abdoun.
Los “buenos oficios” estadounidenses son, en apariencia (y con anzuelos gastados), el nuevo y burdo disfraz del chantaje político y de la normalización encubierta. Pero Argel no rompe ni se doblega. Es una evidencia axiomática que todos los actores que han tratado con Argelia conocen perfectamente.
Bajo el barniz de un supuesto “acuerdo de paz” o de reconciliación entre Argel y Rabat, se trata de una vieja operación de injerencia que Estados Unidos vuelve a poner de moda.
Desde Washington, el emisario de Donald Trump para Oriente Medio, Steve Witkoff, acompañado del yerno del presidente Trump, Jared Kushner, se despachó con un anuncio delirante: “Habrá un acuerdo dentro de 60 días” entre Argelia y Marruecos. Ni una palabra sobre la legalidad internacional, ni una referencia al derecho de los pueblos, mucho menos al del Sáhara Occidental, sino una puesta en escena arrogante de un dictado estadounidense repintado con los colores de la paz.
Desde su ruptura firme, justificada y plenamente documentada, Argel ha declarado rechazar categóricamente toda tentativa de mediación. Con mayor razón aún la de Estados Unidos. Washington, siempre solícito con Rabat y Tel Aviv —especialmente desde la llegada de Marco Rubio al Departamento de Estado—, sigue una agenda totalmente opuesta a los objetivos que se ha fijado Argelia: todos ellos conformes con la Carta de las Naciones Unidas y con el derecho de todos los pueblos a su independencia y autodeterminación.
Ese pretendido “plan de paz” o de “reconciliación” no es más que una prolongación del vergonzoso trueque de 2020, cuando Trump intercambió el reconocimiento de la ocupación del Sáhara Occidental por la normalización marroquí con la entidad sionista. Hoy, el mismo equipo vuelve a la carga: Witkoff y Kushner se presentan como mediadores, cuando en realidad no son más que promotores de una agenda de dominación que busca liquidar la causa saharaui en beneficio del Makhzen y aislar a Argelia, último bastión de soberanía real en la región.
La frase de Witkoff —“Habrá un acuerdo dentro de 60 días”— no tiene nada de anodina. Se inscribe en una lógica de presiones políticas y económicas sobre Argelia, cuya firmeza en el dossier del Sáhara Occidental, su rechazo categórico a la normalización con el enemigo sionista y su defensa del derecho de los pueblos a decidir su destino irritan profundamente a Washington.
El momento elegido tampoco es casual: coincide con la presentación en el Consejo de Seguridad de la ONU de un proyecto de resolución estadounidense que define el plan de autonomía marroquí como “la única base creíble de negociación”. Una formulación deliberadamente provocadora, que entierra el proceso de la ONU y sabotea toda perspectiva de descolonización efectiva del Sáhara Occidental. Pero nada ni nadie forzará la mano del pueblo saharaui. Se trata de un compromiso firme asumido por el presidente Abdelmadjid Tebboune.
No habrá acuerdo a precio de saldo con un Makhzen, vasallo de la entidad israelí, y menos aún si este se realiza en detrimento de nuestros hermanos y vecinos saharauis.
El régimen marroquí, por su parte, se regocija. Entre dos escándalos de corrupción y represión, el Makhzen sueña con ser un “socio creíble” de la Casa Blanca, sirviendo al mismo tiempo como caballo de Troya de la entidad sionista en el norte de África. Pero para Argel, no hay cuestión de prestarse a esta mascarada diplomática.
Argelia no necesita padrinos autoproclamados ni acuerdos viciados para defender la paz con dignidad y justicia. Argelia lo ha dicho y repetido: la paz no es un mercado.
Y ninguna paz puede nacer del desconocimiento del derecho internacional, del silencio ante el genocidio en Gaza o de la violación del derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Todo lo demás, absolutamente todo, no es más que literatura estéril. ¡Aviso!
Fuente: LaPatrieNews (Argelia).
Traducción del francés: Infosurglobal
21 de octubre de 2025
Notas:
Nota 1: El Makhzen designa al núcleo del poder político marroquí, compuesto por la monarquía, sus aparatos de seguridad y las élites económicas vinculadas al trono. En el discurso del autor, representa el régimen autoritario y clientelar que actúa como instrumento de dominación interna y de alineamiento externo con los intereses de Washington y Tel Aviv.
Nota 2: Steve Witkoff es un empresario inmobiliario estadounidense cercano a Donald Trump, enviado especial de la presidencia en Medio Oriente durante la administración republicana. Jared Kushner, yerno de Trump y ex asesor sénior de la Casa Blanca, fue el principal arquitecto de los llamados “Acuerdos de Abraham”, mediante los cuales varios países árabes «normalizaron» relaciones con Israel.
Los “buenos oficios” estadounidenses son, en apariencia (y con anzuelos gastados), el nuevo y burdo disfraz del chantaje político y de la normalización encubierta. Pero Argel no rompe ni se doblega. Es una evidencia axiomática que todos los actores que han tratado con Argelia conocen perfectamente.
Bajo el barniz de un supuesto “acuerdo de paz” o de reconciliación entre Argel y Rabat, se trata de una vieja operación de injerencia que Estados Unidos vuelve a poner de moda.
Desde Washington, el emisario de Donald Trump para Oriente Medio, Steve Witkoff, acompañado del yerno del presidente Trump, Jared Kushner, se despachó con un anuncio delirante: “Habrá un acuerdo dentro de 60 días” entre Argelia y Marruecos. Ni una palabra sobre la legalidad internacional, ni una referencia al derecho de los pueblos, mucho menos al del Sáhara Occidental, sino una puesta en escena arrogante de un dictado estadounidense repintado con los colores de la paz.
Desde su ruptura firme, justificada y plenamente documentada, Argel ha declarado rechazar categóricamente toda tentativa de mediación. Con mayor razón aún la de Estados Unidos. Washington, siempre solícito con Rabat y Tel Aviv —especialmente desde la llegada de Marco Rubio al Departamento de Estado—, sigue una agenda totalmente opuesta a los objetivos que se ha fijado Argelia: todos ellos conformes con la Carta de las Naciones Unidas y con el derecho de todos los pueblos a su independencia y autodeterminación.
Ese pretendido “plan de paz” o de “reconciliación” no es más que una prolongación del vergonzoso trueque de 2020, cuando Trump intercambió el reconocimiento de la ocupación del Sáhara Occidental por la normalización marroquí con la entidad sionista. Hoy, el mismo equipo vuelve a la carga: Witkoff y Kushner se presentan como mediadores, cuando en realidad no son más que promotores de una agenda de dominación que busca liquidar la causa saharaui en beneficio del Makhzen y aislar a Argelia, último bastión de soberanía real en la región.
La frase de Witkoff —“Habrá un acuerdo dentro de 60 días”— no tiene nada de anodina. Se inscribe en una lógica de presiones políticas y económicas sobre Argelia, cuya firmeza en el dossier del Sáhara Occidental, su rechazo categórico a la normalización con el enemigo sionista y su defensa del derecho de los pueblos a decidir su destino irritan profundamente a Washington.
El momento elegido tampoco es casual: coincide con la presentación en el Consejo de Seguridad de la ONU de un proyecto de resolución estadounidense que define el plan de autonomía marroquí como “la única base creíble de negociación”. Una formulación deliberadamente provocadora, que entierra el proceso de la ONU y sabotea toda perspectiva de descolonización efectiva del Sáhara Occidental. Pero nada ni nadie forzará la mano del pueblo saharaui. Se trata de un compromiso firme asumido por el presidente Abdelmadjid Tebboune.
No habrá acuerdo a precio de saldo con un Makhzen, vasallo de la entidad israelí, y menos aún si este se realiza en detrimento de nuestros hermanos y vecinos saharauis.
El régimen marroquí, por su parte, se regocija. Entre dos escándalos de corrupción y represión, el Makhzen sueña con ser un “socio creíble” de la Casa Blanca, sirviendo al mismo tiempo como caballo de Troya de la entidad sionista en el norte de África. Pero para Argel, no hay cuestión de prestarse a esta mascarada diplomática.
Argelia no necesita padrinos autoproclamados ni acuerdos viciados para defender la paz con dignidad y justicia. Argelia lo ha dicho y repetido: la paz no es un mercado.
Y ninguna paz puede nacer del desconocimiento del derecho internacional, del silencio ante el genocidio en Gaza o de la violación del derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Todo lo demás, absolutamente todo, no es más que literatura estéril. ¡Aviso!
Fuente: LaPatrieNews (Argelia).
Traducción del francés: Infosurglobal
21 de octubre de 2025
Notas:
Nota 1: El Makhzen designa al núcleo del poder político marroquí, compuesto por la monarquía, sus aparatos de seguridad y las élites económicas vinculadas al trono. En el discurso del autor, representa el régimen autoritario y clientelar que actúa como instrumento de dominación interna y de alineamiento externo con los intereses de Washington y Tel Aviv.
Nota 2: Steve Witkoff es un empresario inmobiliario estadounidense cercano a Donald Trump, enviado especial de la presidencia en Medio Oriente durante la administración republicana. Jared Kushner, yerno de Trump y ex asesor sénior de la Casa Blanca, fue el principal arquitecto de los llamados “Acuerdos de Abraham”, mediante los cuales varios países árabes «normalizaron» relaciones con Israel.