Tras las huellas del maestro García Guerrero

Este artículo tiene como base el magnífico aporte escrito y enviado desde Canadá por la periodista chilena Mirna Concha
Arturo Alejandro Muñoz
Alberto García Guerrero (1886-1959), pianista, compositor y académico del Conservatorio de Música de la Universidad de Toronto, quedó inscrito como pionero en la historia de la inmigración chilena a la provincia de Ontario, en Toronto, y se consagró como el profesor de piano más destacado en Canadá en su época.
Oriundo de La Serena, llegó a Toronto en 1918, junto a su primera esposa, Lily Wilson e hija, Melisande García Wilson, y se consagró como el profesor de piano más destacado de este país hasta su fallecimiento, el 7 de noviembre de 1959. Fue mentor, entre otros, del gran y magnífico Glenn Gould, uno de los pianistas canadienses más famoso del Siglo XX.
El chileno Alberto García Guerrero ya era una autoridad musical en su país cuando decidió viajar a Ontario. Desde finales del siglo XIX su trayectoria había sido impecable y en 1914 integró un grupo de artistas e intelectuales que se conocía como «Los Diez«, de enorme peso en la escena intelectual de la época en Chile. En su faceta musical destacó como gran compositor y notable pianista, hasta el punto que su influencia fue decisiva en la renovación y modernización de la escena musical chilena.
Gracias a García Guerrero, sus compatriotas tuvieron la oportunidad de introducirse en las nuevas corrientes musicales que llegaban de Europa y que estaban representadas por talentos mayúsculos como Debussy, Ravel, Cyril Scott o Schoenberg. El pianista además fundó y dirigió la primera orquesta sinfónica de Santiago de Chile y participó en 1917 en el germen de lo que a partir de 1924 sería la Sociedad Bach.
Pero un hecho decisivo le arrancarla del país. Fué la llegada del violoncellista holandés Michel Penha, quien, al ser contratado para una gira por EE. UU. llevó a Alberto García como acompañante. En EE. UU. muy pronto se presentó como pianista, provocando 103 unánimes y entusiastas elogios de la crítica. El pianista chileno recibió semejantes homenajes en Canadá y en diversos países latinoamericanos. Vuelto a Chile, fué sólo por breve tiempo. En 1918 recibió una invitación del Conservatorio fundado en Canadá por el pianista ruso Hambourg, ofreciéndole una cátedra de piano. Partió allá García Guerrero, después de tres memorables conciertos de despedida en Santiago, Valparaíso y Constitución. Pero en Toronto, una nueva proposición, esta vez del Conservatorio Nacional de Canadá, le llevó a la dirección del curso de Piano de ese establecimiento.
Toronto había recibido, por lo tanto, a una figura mundial de primer orden que pronto se abriría paso en la entonces austera escena musical canadiense. Durante sus primeros años integró el Trío Hambourgh (sustituyendo al pianista Mark Hambourgh), al tiempo que empezaba a mostrar sus amplias dotes pedagógicas, investigando y experimentando con nuevas técnicas de aprendizaje que aplicaría años más tarde en el Conservatorio de Música de Toronto, donde trabajó desde 1922 hasta su muerte en 1959.
La misma febril actividad que había mostrado en su Chile natal la trasladó a Canadá: se destacó como uno de los pianistas más prolíficos en los recitales que con gran frecuencia se ofrecían en las emisoras de radio, un medio que en aquella época era seguido con verdadera fascinación por los canadienses.
García Guerrero era una estrella radiofónica de gran popularidad, que llenaba las horas de ocio de los oyentes y los educaba en el conocimiento de los clásicos: Bach, Haydin, Mozart. Los años de la Segunda Guerra Mundial y la postguerra fueron especialmente intensos para el chileno, que supo abstraer a los ciudadanos de las miserias diarias con la música de los grandes compositores.
Con anterioridad, en Chile «destacó en su interpretación de pianoforte, difundiendo la música del compositor francés Claude Debussy, y forjando pilares del repertorio nacional a comienzos del Siglo XX», sostiene el joven músico chileno Rubén Cáceres Palacios, en su artículo «Luis Alberto García Guerrero; el maestro olvidado del piano», publicado en septiembre de 2016, en la revista virtual de Arte Contemporáneo y Nuevas Tendencias.
En su escrito, Cáceres Palacios también recuerda que es en virtud de esa faceta musical del maestro, que pasa a integrar el «Grupo de Los Diez», conformado por destacados artistas de distintas disciplinas nacionales.
Interesados en revisar la historia de la migración chilena a Canadá, la que se masifica con el exilio político tras el Golpe de Estado que tuvo lugar en Chile el 11 de septiembre de 1973, Luis Aravena Azocar, Administrador Público y Trabajador Social, junto a Patricio Bascuñán, profesor de Historia y Director de Solidaridad y Derechos Humanos de Casa Salvador Allende-Toronto (CASAT), decidieron buscar las huellas que dejaron los antecesores.
El pasado 7 de agosto, sus investigaciones dieron los primeros resultados, encontrando las cenizas del maestro García Guerrero en el Cementerio Anglicano St. James, Campo Santo más antiguo de Toronto que aún se mantiene en uso. El trabajo del grupo considera un homenaje y la instalación de una placa con su nombre.
Este hallazgo inspiró a los investigadores a compartir la información con el Cónsul General de Chile en Toronto, Fernando Morales Godoy, quien, al enterarse, comentó que el maestro se había desempeñado como Cónsul Honorario de Chile en Toronto, agregando un antecedente de relevancia.
No podía estar ausente en este notable esfuerzo, la complementación histórica de Lillian Maldonado, sobrina nieta del maestro García Guerrero, cuyo aporte afectivo y familiar ha permitido dar mayor realce a esa investigación.
Sendos antecedentes también han sido recopilados en «In Search of Alberto Guerrero», única biografía escrita por su otrora alumno, el músico y académico canadiense John Beckwith, quien mantuvo cercanía con el maestro hasta su muerte. La obra, que también se encuentra disponible en castellano, fue publicada en 2006 por Wilfred Laurier University Press (WLU), y obtuvo un reconocimiento en Nueva Zelanda en 2011.
Al grupo inicial, se han integrado Marlinda Freire, destacada psiquiatra especializada en temas de Salud Mental y académica de la Universidad de Toronto, Luis Osvaldo García, cineasta y Director de Cultura de Casa Salvador Allende-Toronto (CASAT) y la periodista Mirna Concha.
Todos ellos, tanto en Canadá como en Chile, al igual que el redactor de esta nota, se han empeñado en rescatar el magnífico aporte a la cultura y las artes realizado por chilenos más allá de las fronteras de su país, tal como es el caso del maestro Alberto García Guerrero, quien, por cierto, merece reconocimientos y homenajes en su tierra patria. Esperamos que estas humildes líneas contribuyan a ello.
NOTA: en la fotografía que acompaña a este artículo se ve al maestro García Guerrero ‘educando’ musicalmente a quien llegaría a convertirse en el más importante pianista en la Historia de Canadá, Glenn Gould