Mensaje de José Pepe Mújica.

Homenaje a José Pepe Mújica
Mensaje de Pepe Mujica
“No lloren por mí. La vida es para vivirla, no para recordarla con nostalgia.
Si están tristes, no se queden quietos: hagan algo. Laven una taza, planten una semilla, escuchen a alguien que no ha sido escuchado.
La lucha no se acaba porque uno se muera. Las causas —si son justas— siguen andando solas.
Les pido, por favor, que no pierdan tiempo en odiar. Ni en acumular cosas. Ni en competir con los demás por tonterías.
Hay una tarea más grande: cuidar la vida, la humana y la otra.
Sean libres. Pero no esa libertad individualista de ‘hago lo que quiero’, sino la que se construye sabiendo que nadie se salva solo.
Sigan creyendo en la gente. Incluso cuando se equivoque.
El mundo está lleno de dolor, sí. Pero también está lleno de belleza: en un mate compartido, en una risa de barrio, en una mujer que resiste, en un viejo árbol que aún da sombra.
Si me recuerdan, que sea por eso: por haber intentado vivir con decencia. Y por haber creído, hasta el final, que vale la pena luchar por un mundo más justo.
No tengan miedo de empezar de nuevo.
A los jóvenes: no esperen permiso.
A los viejos: no se jubilen del alma.
Y a todos: no se olviden que el amor también es una trinchera.
Mensaje de Pepe Mujica
“No lloren por mí. La vida es para vivirla, no para recordarla con nostalgia.
Si están tristes, no se queden quietos: hagan algo. Laven una taza, planten una semilla, escuchen a alguien que no ha sido escuchado.
La lucha no se acaba porque uno se muera. Las causas —si son justas— siguen andando solas.
Les pido, por favor, que no pierdan tiempo en odiar. Ni en acumular cosas. Ni en competir con los demás por tonterías.
Hay una tarea más grande: cuidar la vida, la humana y la otra.
Sean libres. Pero no esa libertad individualista de ‘hago lo que quiero’, sino la que se construye sabiendo que nadie se salva solo.
Sigan creyendo en la gente. Incluso cuando se equivoque.
El mundo está lleno de dolor, sí. Pero también está lleno de belleza: en un mate compartido, en una risa de barrio, en una mujer que resiste, en un viejo árbol que aún da sombra.
Si me recuerdan, que sea por eso: por haber intentado vivir con decencia. Y por haber creído, hasta el final, que vale la pena luchar por un mundo más justo.
No tengan miedo de empezar de nuevo.
A los jóvenes: no esperen permiso.
A los viejos: no se jubilen del alma.
Y a todos: no se olviden que el amor también es una trinchera.