Para ciertos políticos y mandatarios la democracia es un estorbo

 Para ciertos políticos y mandatarios la democracia es un estorbo

Arturo Alejandro Muñoz

Estúpido yo. ¿Por qué diablos se me ocurrió la pringosa idea de sentarme a pensar Chile, a pensar el Mundo, a pensar lo que hoy somos y tenemos? Bastó media hora para dejarme deprimido, desesperanzado, derrotado. Reconozco haber sido masoquista, ingenuo y cabeza de chorlito.

¿Y ahora, cómo levanto mi ánimo? Ya ni el cine ayuda. Todo me parece oscuro, tenebroso, húmedo… vea usted. Pase y lea.

El mandatario de los EEUU, Donald ‘epstein’ Trump, muy anglo él, muy ‘superior man’, demuestra que políticamente es, por sobre cualquier otra característica, bravuconeo y soberbia. Recordemos que amenazó a México con lanzar misiles sobre los sitios donde supuestamente operaban laboratorios de carteles de la droga. Hoy amenaza a esa nación con algo parecido a invasiones militares para… ¿para qué?… según él, para lo mismo, combatir carteles de la droga. “Ciudad de México y Bogotá, son las peores ciudades del mundo”, aseguró hace algunos días. Pero, en su propio país, el fentanilo, que es 50  veces más fuerte que la morfina, deambula y reina libremente por las calles de muchas ciudades, lo que al parecer poco importa y nada interesa al mandatario colorín, pues, más allá de lo  voceado por él mismo en cuanto a combatir la pobreza, la realidad señala que su deseo y decisión es combatir a los pobres…ergo, eliminarlos por la vía de la desatención…que  mueran drogados por propia voluntad (la que obviamente tienen subsumida entre los efectos mortales del fentanilo).

Sin embargo, todo lo anterior no le parece suficiente, ya que al más puro estilo de la ley del far west, lanzó una oferta digna de desquiciados: cincuenta millones de dólares por la vida del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.  Al igual que en el viejo Tombstone, el cartelito señala “Dead or Alive”.

Refrendando la locura presidencial, el secretario de estado Marco Rubio, advirtió que el régimen de Nicolás Maduro no es un gobierno, sino un “cartel narcoterrorista” que opera junto con el Ejército venezolano para traficar drogas, y que debe enfrentarse “con algo más que recompensas” por su captura. Ese ‘algo más’ de seguro es invadir militarmente Venezuela o asesinar a Maduro y a sus asesores más cercanos.

Nicolás Maduro absorbió el golpe y respondió de inmediato ofreciendo también 50 millones de dólares por…información. Cincuenta millones por las listas de Epstein que el gobierno de EEUU mantiene enjauladas.  

Todo muy democrático, muy cercano a esa máxima gringa del “one day one dólar”, aunque míster Donald no ofrece un mísero dólar por la vida del genocida Benjamin Netanyahu.  Ah, es que a ese criminal, míster Trump le envía/vende/regala armas de destrucción masiva para que Israel borre a los palestinos de la faz de la tierra. Posiblemente ello le otorgará su ansiado Premio Nobel de la Paz…así de loco es todo.

Como contrapartida, hay gobiernos que merecen aplausos y enorme reconocimiento, cual es el caso de Noruega, ya que el fondo soberano noruego, el mayor del mundo, anunció que aumentará su desinversión en empresas israelíes debido a la crisis en la Franja de Gaza y Cisjordania.

Algunos países han soltado amarras contraviniendo sin ambages los deseos e intereses de EEUU e Israel, como es el caso de España. Irlanda, Noruega, Eslovenia, Trinidad y Tobago, Bahamas, Jamaica Canadá, Francia y Australia que avisaron su decisión de reconocer el Estado palestino.

Y si en EEUU Donald Trump ha decidido “combatir a los pobres” (una buena lectura permite entender que desea ‘eliminarlos’), en Argentina, su más incondicional admirador, Javier Milei, quiere hacer lo mismo, pero contra los jubilados, aunque en este caso no lo hace sólo mediante el hambre derivado de las bajas pensiones y el retiro de todo tipo de bonos que eran la salvaguarda de miles de pensionados, sino también suspendiendo la entrega de medicamentos de alto costo a los jubilados, obligándoles a procurar ayuda económica para costearlos…o a morir, simplemente, como ya ha ocurrido en repetidas oportunidades en la “nueva y libertaria Argentina”. Es el grito de guerra del inefable Milei: “viva la libertad, carajo”, que ha comenzado a sonar como “viva la muerte, carajo”.

¿Habremos de olvidar ese desastroso comentario que él hizo respecto del hambre que azota a gran parte de la población del país hermano? “Si fuera cierto que los argentinos se están muriendo de hambre, habría cientos de cadáveres en las calles…y no hay ninguno”.

Poco le importa, ya que desde hace algún tiempo se siente más judío que argentino. De hecho, ha ofrecido a Netanyahu terrenos en la Patagonia para que se asienten allí colonos israelíes… la verdad es que uno no sabe si Javier Milei tiene conciencia de lo que realiza, o tal vez anda perdido en el espacio. Sea como sea, alimenta con buena leña una hoguera donde hierve el caldero de la ira social…y si estalla…pobre Argentina.

¿Y en Chile, qué pasa?  Es año electoral y acá pasa de todo, de un cuantuay, por eso es sano separar paja de trigo y enfocarse en lo relevante.

La elección presidencial del próximo 16 de noviembre obliga a la izquierda y a la centroizquierda a obtener el triunfo en primera vuelta, de no lograr una mayoría absoluta es un hecho casi innegable que la ultraderecha triunfará electoralmente llevando a José Antonio Kast a ocupar el sillón de O’Higgins en la Moneda. Es el neofascismo trepando a placer hacia el control administrativo de la nación.

Hay quienes ponen paños fríos a este asunto, argumentando que ese 16 de noviembre también hay elección parlamentaria, y que, por supuesto, obtener la mayor cantidad de representantes antifascistas en el hemiciclo legislativo es una prenda de absoluta garantía. Pero…

¿José Antonio Kast actuará a lo Trump y a lo Milei? ¿Se saltará el Congreso y gobernará por decreto? Tiene la fuerte intención de realizar un gobierno “de emergencia” a través de estados de excepción.  Hace solamente un par de días, Kast manifestó en una entrevista que «El Congreso no es tan importante como se imaginan» y agregó: «estamos revisando todas las potestades administrativas que tiene el Estado».

Cuando un político dice que el Congreso no es tan relevante y busca concentrar el poder, la historia es clara: Fujimori en Perú cerró el Congreso en 1992. Siempre el resultado es el mismo: menos democracia y freno al progreso. Más autoritarismo y mayor división social. Otro caldero hirviendo a todo dar.

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