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1958: una elección presidencial necesaria de recordar

Prolegómeno de los quiebres y divisiones que posteriormente sacudirían y debilitarían la política nacional. Las jugadas sucias y contubernios derechistas ganaron presencia y primera plana ese año
Arturo Alejandro Muñoz
Apago el televisor, cierro el diario, y echo a caminar mi memoria. Recuerdo -con cierta extraña precisión- la primera campaña política para la presidencia de la república que presencié como simple estudiante de liceo (aún sin derecho a voto en esa ocasión). Era el año 1958, y competían por el sillón de O’Higgins: Jorge Alessandri, Salvador Allende…y un desconocido sacerdote de pueblo, Antonio Zamorano, el ‘Cura de Catapilco’, el democristiano Eduardo Frei Montalva y Luis Bossay del Partido Radical.
Previo a la campaña, y durante ella, hubo divisiones, desencuentros, tiras y aflojas que sirvieron de primeras planas a la prensa de entonces. La candidatura de Frei Montalva provocó una división en el Partido Liberal, ya que un significativo porcentaje de sus adherentes optó por apoyar “al hombre del Vaticano”, como irónicamente la prensa de izquierda llamaba a Frei Montalva.
La sorpresa la dio finalmente el Cura de Catapilco, pues con la votación obtenida –‘robada’ a Salvador Allende según la misma prensa izquierdista- permitió el estrecho triunfo del conservador Jorge Alessandri Rodríguez (31,6%). Y que Antonio Zamorano fue un comodín impulsado por la derecha para restarles votos al centro y a la izquierda (jugada política que fue exitosa esa vez), es un asunto inefable, aunque terminados esos comicios, de don Antonio poco y nada se supo políticamente.
No estoy en condiciones de confirmarlo, pero se habló y se rumoreó que el exsacerdote había regresado a la iglesia y a sus hábitos. Rumores sin sustento, ya que Zamorano decidió retirarse de la vida sacerdotal en el año 1956, y ocho años más tarde se casó con Aurelia Julio Valdivia, en la comuna de Maipú.
En la página scielo.cl/scielo.php. Historia (Santiago) vol.50 no.1 Santiago jun. 2017, se lee el trabajo de los investigadores Patricio Navia e Ignacio Soto Castro, quienes concluyen lo siguiente:
<<La evidencia de datos de votación y sociodemográficos en el ámbito comunal pone en cuestionamiento la popular tesis, que la votación del Cura de Catapilco en la elección presidencial de 1958 hizo más daño al candidato socialista Salvador Allende que a los otros candidatos (…) El exsacerdote consiguió una votación más alta en lugares donde la derecha siempre había logrado altos niveles de apoyo. En zonas donde la izquierda era fuerte, la votación del excura fue más bien débil (…) Aunque sea un mito prevalente en la historia política chilena, no hay evidencia estadística que permita concluir que el Cura de Catapilco fue el responsable de la derrota de Salvador Allende en la elección presidencial de 1958>>.
No obstante, muchos políticos y periodistas insistieron que Zamorano sí perjudicó fuerte y decisivamente al doctor socialista, mucho más que al DC Frei, al radical Bossay y al conservador Alessandri. Es esta una controversia que jamás se resolverá. En esa campaña y en esos comicios, la derecha conservadora-empresarial comenzó a desarrollar el juego sucio que se incrementaría en 1964 y adquiriría fortaleza de fascismo y totalitarismo en 1973.
Pero, lo concreto, lo real, fue que la candidatura de Antonio Zamorano -un exPS- decidió el triunfo de la derecha. ¿ExPS?, ¿ex adherente del partido socialista?, sí, efectivamente.
En fin, mejor retomemos algunos acontecimientos acaecidos ese domingo 4 de septiembre de 1958. Recuerdo (¿cómo olvidarlo?) que minutos antes de las 18:00 horas, un fortísimo sismo sacudió las provincias de Valparaíso, Santiago, Rancagua, San Fernando y Curicó. Fue el terremoto de Las Melosas, en el Cajón del Maipo…en realidad, se trató de tres terremotos que se produjeron en seis minutos, y el epicentro se localizó en la confluencia de los ríos Maipo y Volcán. Su magnitud Richter fue de 7 (6.9) grados y su intensidad Mercalli modificada fue IX.
Así terminó ese día de elecciones…en lo que me convoca, de mi primera elección con conocimiento de causa y escenario de interés.
¿Y a propósito de qué asunto viene esta nota? Los comicios presidenciales del 2025 ocurrirán en noviembre, y la pregunta que se hace un fanático de la Historia (este servidor) apunta a algo ignoto hoy…<¿qué dirán los historiadores respecto de esta elección setenta años adelante?>
Ah…si pudiéramos leer lo que esos profesionales escribirán y opinarán el año 2095, tal vez qué enorme sorpresa podríamos experimentar.