Jaramillo, el activista de la ultraderecha caribeña

Arturo Alejandro Muñoz
Entre la comunidad venezolana radicada en Chile cundió el desencanto, la ira y, casi de inmediato, el odio profundo al país anfitrión no bien un seudo humorista venezolano fracasara, estruendosamente, en el Festival de la Canción de Viña del Mar.
La verdad es que desde hace muchos meses -quizás años- en la sociedad chilena venía incubándose un profundo dejo de malestar con el comportamiento incivilizado y delictual de una significativa parte de esa migración llanera.
El sicariato, los secuestros, los centenares de motochorros inundando las calles de Santiago saltándose todas las leyes del tránsito, así como los infernales bullicios a altos decibeles en todas las horas del día y la malsana costumbre de comer, orinar y defecar en las calles, terminaron por hartar a gran parte de la sociedad chilena, la cual había contemplado con irritado silencio el actuar de las autoridades respecto de los venezolanos, a quienes les otorgaron visas de permanencia y les permitieron votar en elecciones.
A lo anterior, se agregaba la soberbia de los “refugiados” llaneros, incapaces de poner orden en su propio país, los que no cejaban en criticar e incluso burlarse de nuestro gobierno, y atacar cualquier movilización de chilenos contando para ello con la inefable pasividad de la policía. En esto, la derecha criolla sacaba pingües réditos electorales ya que la gran mayoría de los migrantes caraqueños odian al socialismo y a la democracia liberal.
Y llegó el día de la jornada inaugural del Festival de la Canción de Viña del Mar. La parrilla programática señalaba que abriría el Festival un humorista venezolano (desconocido en Chile) llamado George Harris, cuyo nombre real es Jorge Jaramillo, procedente de Miami, furibundo opositor a Nicolás Maduro y a todo lo que tenga aroma a socialismo.
El comediante, meses atrás, había sido expulsado de Panamá debido a sus hirientes palabras contra el gobierno y pueblo de esa nación…todo ello en términos supuestamente humorísticos.
Además, tuvo la pésima idea de criticar a los chilenos que apoyaban y apoyan aún al presidente Salvador Allende, como también ninguneó burlándose del actual presidente, Gabriel Boric.
Jaramillo creyó que tenía la cancha dispuesta para “venezolanizar” el Festival y solidificar la estadía de miles de migrantes derechistas decididos a imponer sus costumbres en Chile…y elegir ellos nuestras autoridades, como ocurrió con el excarabinero Mario Desbordes en la Municipalidad de Santiago. Para tales efectos contaba con el apoyo irreductible de las cofradías pinochetistas que mangonean el canal de televisión “Mega”,. Pues precisamente esas características del seudo artista fueron las que convencieron a la ultraderecha chilena a imponerlo como número estrella en el Festival.
Tal vez Jaramillo hubiese logrado el objetivo propio y de la ultraderecha caribeña y chilena si su actuación en el escenario de la Quinta Vergara hubiese sido de calidad, pero, fue un fiasco absoluto. Nunca en ese festival ha habido hasta hoy un ‘artista’ más malo y pendenciero que él, soberbio y torpe. El público chileno reaccionó con fuerza, pifiando y gritando contra la horrible presentación de Jaramillo, logrando finalmente que dejara el escenario, no sin antes soportar los insultos del artista contra los chilenos e incluso contra las mujeres venezolanas que él les ofreció a los locales para que se calmaran.
Los migrantes venezolanos acusaron “xenofobia” e insistieron en que Jaramillo era un gran humorista internacional (realmente, es un conocido representante del stand-up comedy en Miami), pero, soslayan interesadamente que el show de Harris (Jaramillo) en Viña fue un evento político fraguado por él y por la ultraderecha chilena…evento que como bien sabemos, no tuvo un buen final.
En Chile, en Viña del Mar, Jaramillo sólo demostró ser un activista de la ultraderecha miamera que fracasó como ‘artista favorito’ de la comunidad venezolana y de los dueños de empresas como “Bizarro” y canal Mega. Ahora ya en el extranjero, respira por la herida, mientras algunos (ojalá muchos) venezolanos derechistas manifiestan deseos de irse de Chile.