Los 60 años de un grande de nuestra historia,Jorge González. Por Juan Francisco Torres
¿Para quién gobernó realmente el ultra millonario Sebastián Piñera?
Arturo Alejandro Muñoz
Comienzo esta nota transcribiendo las palabras que el periodista Fernando Paulsen pronunció en su programa diario en Radio La Clave: «Piñera no hará ningún cambio, porque cualquier cambio compromete sus negocios (…) Es una anomalía tener de presidente a una de las personas más ricas de Sudamérica porque todo lo que tenga que hacer para que haya más equidad, perjudica su patrimonio».
Reconozco que estoy plenamente de acuerdo con la opinión de Paulsen, y además sostengo que siempre que el mandatario realizó acciones gubernamentales, le interesó que ellas no perjudicaran sus negocios sino que, he aquí lo más grave, les fuesen beneficiosas en una u otra medida.
Hace algunos años escribí un artículo cuyo título preguntaba lo siguiente: «¿Es posible estructurar honrada y honestamente una fortuna en Chile?». Fue publicado por varios medios de prensa electrónica el 2011, y en esa nota aseveré que «no existe ultra millonario que haya llegado a ese nivel de riqueza utilizando exclusivamente métodos legales y morales; todo ultra mega millonario amasó su fortuna robando, estafando al fisco y a los particulares, mintiendo, evadiendo impuestos, y en algunos casos, como ocurrió con ciertos terratenientes de la Araucanía en los siglos precedentes, asesinando indígenas con el apoyo de un Estado que ellos mismos controlaban a placer, para agenciarse las tierras ancestrales de esas etnias»
Las masacres cometidas en la Patagonia contra Alacalufes, Onas y Yaganes, en el siglo diecinueve y primeras décadas del veinte, para apropiarse vastas extensiones de tierras, también dan fe de lo dicho. Hoy, varios descendientes de esos genocidas, son considerados ‘gente bien’, ricachones inescrupulosos que con el billete verde han pretendido lavar la brutalidad de sus antepasados.
Más adelante agregué en el artículo de marras: «como se pudo leer en un muro parisino en la época de la revolución de aquel ya desteñido mes de mayo de 1968: <<Cuando el dinero habla, la verdad calla>>. Y no sólo calla, sino además abre puertas para alcanzar cargos superiores en la conducción del país, independiente de la real capacidad de administración que las personas puedan tener.
El origen de la fortuna de don Sebastián es tan oscuro como recorrer un bosque en noche sin luna. Varias ilegalidades e inmoralidades subyacen en él. Lo confirma la orden 531, formulario Nº 22, emanada del Segundo Juzgado del Crimen de Santiago, firmada por el ministro en visita, señor Luis Correa Bulo, el 27 de agosto de 1982, decretando la aprehensión por parte de la Prefectura de Investigaciones de Santiago, del señor Miguel Juan Sebastián Piñera Echeñique, domiciliado en Otoñal Nº 1015, Las Condes, por el delito de Infracción a los artículos 26 y 26 bis de la Ley General de Bancos, y Defraudación al Banco de Talca…todo ello bajo apercibimiento de rebeldía.
Años más tarde, lo anterior se refrendaría con la escabrosa actuación de Tatán en el asunto de las tarjetas o ‘dinero plástico’ (Ricardo Claro Valdés se lo cobraría caro en un programa en Megavisión, con la grabación escuchada en una radio Kioto). Luego vendría el lío gigantesco de LAN, que lo tuvo a un tris de ser imputado por la justicia de Estados Unidos… más tarde llegó lo de EXALMAR, cuestión que bordeaba una traición a la patria…después, la colusión de las farmacias…el proyecto ‘Dominga’ y así, suma y sigue hasta sus días finales.
Pero, volvamos al quid de esta nota. ¿Para quién gobernó entonces, realmente, el ultra millonario Sebastián Piñera? ¿Para un grupo de megaempresarios, banqueros y especuladores financieros…o para el país en general? El origen de su fortuna permite sospechar que sus dos administraciones no fueron precisamente bondadosas con la «gente de a pie» (obreros, temporeras, trabajadores en general, funcionarios, empleados, pequeños comerciantes, pequeños agricultores) que en Chile representan al 80% de la población Eso jamás le preocupó; sólo sus negocios le eran importantes.
Todo proyecto de ley impulsado por él terminó privilegiando a los poderosos capitalistas, sea ello directamente o a través de la infumable ‘letra chica’. No dio puntada sin hilo. Lo hizo incluso cuando propuso incrementar del sueldo mínimo, ya que en estricto rigor mantuvo el sueldo existente y lo aumentó a través de un bono que no pagaron los empresarios sino el Estado, ergo, todos los chilenos…o más claramente, los mismos beneficiados.
Ejemplos de lo dicho abundan y sobran. Bastan los ya mencionados para graficar la verdadera intención del exmandatario. Ella otorgó la razón al periodista Fernando Paulsen. No hizo cambio alguno (desatendiendo olímpicamente las demandas de la mayoría de los chilenos) porque cualquier cambio que hubiese realizado perjudicaba sus especulaciones financieras, lo cual (es necesario reiterar), nos lleva a entender que toda acción que el mandatario realizó estuvo siempre sólidamente emparentada, enlazada, con el beneficio a sus negocios.
Por ello, por lo apuntado en estas líneas, es posible entender las razones de la tozudez del presidente en cuanto a ningunear y soslayar las impetraciones de millones de chilenos. Los negocios son los negocios, ‘sus’ negocios…y obviamente no permitió que plebe alguna -por alzada que pareciese- le embadurnara el libro de contabilidad. Una policía bruta y una prensa canalla, le sirvieron de apoyo eficaz.
Tal pertinacia enfermiza por privilegiar sus negocios sacrificando el bienestar del pueblo de Chile, le permitieron realizar las payasadas que él encontraba graciosas, como por ejemplo hacer el ridículo dentro y fuera del país, provocar vergüenza a sus compatriotas y malhumor a sus socios. No le preocupaba…sólo sus negocios le eran importantes.
Sebastián Piñera Echenique, descansa en paz